El pasado 22 de septiembre, el portavoz del Estado Islámico
reclamó a sus simpatizantes en los países occidentales que atacaran a los
infieles americanos y europeos, ya fueran civiles o militares, por cualquier
medio posible. Abu Muhammad Al Adnani hizo especial hincapié en la necesidad de
atentar contra “los sucios franceses” por su activa implicación en la coalición
internacional que, desde agosto, golpea implacablemente los principales
bastiones yihadistas. No es la primera vez que Francia es el blanco de ataques similares
y más en concreto el semanario Charlie Hebdopor, que fue atacado en 2006 por
unas caricaturas ridiculizando a Mahoma.
Pero la principal
novedad en estas últimas ofensivas reside en que las actuaciones que se están
llevando a cabo no parecen ser actos de simples principiantes sino que parece
más bien el resultado de una operación cuidadosamente planificad llevada a cabo por
un grupo que al menos cuenta con formación militar y, quizás, con experiencia
de combate.
Los servicios de inteligencia europeos han advertido
reiteradamente de un posible retorno de yihadistas del frente de batalla y de
la creación de células durmientes que podrían activarse cuando la situación lo
requiriese. Francia es uno de los países que más personas ha aportado a esta causa. Al menos una
tercera parte de los 2.500 combatientes europeos en las huestes del Estado
Islámico proceden de nuestro vecino, hecho que desde hace mucho tiempo hizo
saltar todas las señales de alarma. También España ha aportado un centenar de
islamistas radicales, un número excepcional limitado sobre todo si lo
comparamos con otros países de nuestro entorno.
Francia no sólo está en la mirilla
del Estado Islámico, sino también de Al Qaeda, grupo que necesita recuperar el
protagonismo desde la muerte de Bin Laden.cruzadole permitiría
recuperar el protagonismo perdido y, sobre todo, demostraría a sus
simpatizantes que todavía está viva y cuenta con capacidad operativa a pesar de
las diversas dificultades que ha sufrido desde los atentados del 11-S.
Desde entonces, su liderazgo del movimiento
yihadista transnacional viene siendo contestado por diversos actores. Un
atentado de gran envergadura en territorio
Por último no debe pasarse por alto que, además de causar
daño y extender el terror, los yihadistas también pretenden trastocar las
sociedades occidentales y tensar la convivencia con las comunidades musulmanes
que acogen. El atentado llega en un momento delicado, puesto que en varios países
europeos se ha experimentado un avance de los movimientos xenófobos que
arremeten contra la creciente inmigración musulmana y que gozan cada vez de mayor
predicamento.
Está claro que estas organizaciones quieren recuperar el
terreno perdido y que sus intervenciones no se están haciendo de rogar.
Evidentemente tampoco tardarán mucho tiempo en entrar en
juego los gobiernos de Europa occidental y Estados Unidos ya que la situación
se les podría ir de las manos teniendo nefastas consecuencias para todos.