jueves, 8 de enero de 2015

Noruega como ejemplo a seguir


Una nación que, más allá de la riqueza que le proporciona el mar, sus bosques y el petróleo, ha basado su crecimiento económico y social en la igualdad, la libertad y su confianza en el Estado niñera
En Noruega, el servicio militar es obligatorio, y el 95% de las escuelas  son públicas. El IVA alcanza el 25%. El petróleo es de propiedad estatal. Y los buenos estudiantes reciben generosos préstamos del Estado para matricularse en las mejores universidades del mundo. El estado controla  hasta las ventas de alcohol cuyo monopolio lo tienen las tiendas Vinmonopolet.
Noruega es un país que pocas veces hace ruido o aparece en las portadas de los periódicos internacionales  y que poco a poco se está convirtiendo en una potencia, la potencia silenciosa. Un próspero Estado que ocupa desde hace 30 años la primera posición en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU. Sus niveles de desempleo son casi inexistentes; su renta por habitante es a más alta del mundo ; su crecimiento se acercará este año al 3%; su deuda soberana es la más sólida del planeta.
Los noruegos aún arrastran cierto complejo de inferioridad hacia sus vecinos. Hasta los años 70, Noruega era el hermanito pequeño de Escandinavia.
Los noruegos han defendido con orgullo su modelo de sociedad frente a las instituciones europeas. No son miembros de la UE, pero forman parte del Espacio Económico Europeo.

Han vuelto a poner en valor su particular visión de la sociedad y ese camino los ha mantenido a salvo de la recesión. La riqueza petrolera les proporciona 200 mil empleos y la mitad de sus exportaciones. Y un papel global: Noruega ya es el segundo exportador de gas y el tercero de crudo a nivel  mundial.
Noruega representa un modelo irrepetible de sociedad, nacido del aislamiento de una población escasa  y homogénea en raza, cultura, religión y forma de vida. El modelo funcionó en Noruega mucho antes de encontrar petróleo. El problema llegaría a partir de los 90 con la avalancha de inmigrantes que iba a desequilibrar esa eficiente sociedad monocolor. Hoy, con un 12% de población de origen extranjero, la tradicional confianza del noruego hacia sus vecinos se ha comenzado a deteriorar; las formaciones racistas, a crecer, y el Estado de bienestar, a sufrir conmociones que no entraban en los planes.
La ética del trabajo tiene mucho que ver con el milagro noruego. Sus habitantes son profundamente competitivos, trabajan desde jóvenes y vuelan pronto del hogar paterno; a cambio, saben que cuentan con esa protección del Estado. El pleno empleo es la espina dorsal del modelo. Trabajar y pagar impuestos para costear la educación de los jóvenes y las pensiones de los ancianos. El sistema se basa en el empleo y la confianza.
A partir de esos elementos, los noruegos han construido una sociedad donde la distancia que separa a los ricos de los pobres es pequeña.



1 comentario:

  1. Gracias por tu artículo, muy bien sintetizado. Es muy interesante seguir cómo esta sociedad ahora se enfrenta a todos estos retos y otros como el envejecimiento de la población, la necesaria transición de una economía basada en el petróleo hacia las energías renovables, el recorte de emisiones contaminantes, la globalización y el mercado libre....puedes leer más sobre todos estos apasionantes temas en: http://spanish-norway.com

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